El agua de los caños de Lima se puede beber
Domingo, 23 de diciembre de 2012 | 6:20 pm
Domingo pidió a un laboratorio que analizara el agua que sale de las cañerías de viviendas de cinco puntos de la ciudad y la que venden tres empresas embotelladoras. ¿El resultado? El agua que bebemos está libre de contaminación. Salud.
Texto: Óscar Miranda.
Fotografía: Sharon Castellanos.
Fotografía: Sharon Castellanos.
Todo comenzó hace unas semanas con un vistazo al bidón de agua y algunas preguntas. Si, según el Ministerio de Salud, el agua de la fábrica Demesa estaba contaminada, ¿qué pasaba con la del resto de marcas? ¿Qué con la botella que uno compra todas las mañanas antes de entrar a la oficina? ¿Y con la del nuevo bidón que han instalado en esa esquina, a simple vista tan cristalina? No solo eso. ¿Cómo estaba el agua que lleva Sedapal a nuestras casas? La que sale de nuestros grifos, con la que nos lavamos los dientes, nos bañamos y cocinamos. ¿Nos estaríamos tragando larvas, hongos y materia orgánica en descomposición, como dicen que ocurría cuando uno bebía el agua de Demesa? ¿Estábamos tomando bichos a diario? Puaajjj.
Decidimos analizar entonces el agua que bebemos los limeños. Someterla a pruebas de laboratorio, tanto la que venden embotellada como la que llega a nuestras cañerías, y saber si estaba realmente libre de impurezas. Contactamos al laboratorio La Molina Calidad Total, acreditado por Indecopi, reconocido por la certificadora Germanisher Lloyd y respaldado por la Universidad Agraria. Acordamos que analizaría el agua para detectar la presencia de bacterias heterótrofas, bacterias pseudomona aeruginosas y coliformes fecales, así como la de metales pesados como el plomo, el arsénico, el cadmio y el mercurio. También le pedimos que midiera los niveles de pH y de dureza total.
Todos estos exámenes nos permitirían conocer si el agua de Lima era realmente apta para el consumo humano.
La muestra más pura
El viernes 30 de noviembre, dos especialistas de La Molina Calidad Total y un fotógrafo y un redactor de La República salimos de la sede del laboratorio a recorrer la ciudad. Debíamos dirigirnos a los cuatro puntos cardinales (Lima Norte, Lima Sur, Lima Este y el Callao) y a la Lima más céntrica. De ese modo, las muestras serían lo suficientemente representativas.
El primer punto fue la vivienda de los esposos Anastasio Cayo y Rufina Aguilar, en la avenida Los Rosales de la Urbanización San Gabriel, en Villa María del Triunfo. La pareja de sexagenarios vive en una casa de dos pisos con tres de sus hijos y su bóxer Jalycha. Cuando llegamos, una de lashijas estaba cocinando tallarines para el almuerzo.
Lo primero que hicieron la ingeniera química Zoila Briones y el técnico Javier Cóndor fue asearse y colocarse prendas adecuadas para no contaminar las muestras (mandiles, botas, guantes, gorras y mascarillas). Luego, desinfectaron el grifo de la cocina con alcohol. Lo abrieron y dejaron que el agua corriera durante un minuto. A continuación, llenaron cuatro frascos de vidrio de aproximadamente un litro cada uno. El primer frasco, el que se supone recoge la muestra de agua más pura, con menos contacto con los elementos del ambiente, se utiliza en los análisis microbiológicos. Los otros tres sirven para los ensayos físico-químicos. Cada frasco fue cubierto con una tapa forrada con papel platino y papel kraft para que conservara intacto el contenido. Antes de cerrar el último frasco, la ingeniera Briones tomó la temperatura del agua. 21.91°C. Ni muy fría ni muy caliente. Estaba perfecta para un duchazo.
En las siguientes cuatro viviendas el procedimiento fue el mismo. Llegábamos, los ingenieros se aseaban y vestían, limpiaban los grifos y extraían el agua. No demoramos más de 20 minutos en cada lugar. Así fue que conocimos la casa de Sara Carrillo, en la Urbanización Ganímedes en San Juan de Lurigancho, donde vive con su esposo, su suegra y sus dos hijos. La vivienda de don Pablo Albornoz –que estaba reparando su automóvil cuando llegamos–, en la Urbanización Santa Rosa, en Comas. La de doña Tomasa Caballero, en la Urbanización Santa Cruz del Callao. Y la de doña María Esther Zamora, en el jirón Canterac de Jesús María. Todos ellos nos abrieron las puertas de sus casas y sus cocinas para extraer las muestras requeridas.
El punto final de nuestro recorrido fue el supermercado Metro de la avenida Garzón, en Jesús María. Allí, junto a Briones y Cóndor, compramos 15 litros de agua embotellada, 5 litros por cada marca: Cielo (de Ajeper S.A.), San Luis (de Corporación José R. Lindley S.A.) y Vida (de Embotelladora Don Jorge S.A.C.). Las dos primeras son las más populares y controlan el 90% del mercado, según un estudio del 2011 de la Sociedad Nacional de Industrias (SNI).
“Se puede beber”
Cuando los resultados llegaron, fueron una sorpresa. Tanto los de agua potable como los de agua embotellada eran muy parecidos y solo diferían ligeramente en los niveles de pH y de dureza total. Lo más sorprendente era que demostraban que el agua de Lima era limpia. Notablemente limpia.
Domingo le pidió al ingeniero Alejandro Mendoza, director de la Escuela de Ingeniería Ambiental de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), que revisara los reportes para que nos ayudara a interpretarlos.
En las ocho muestras, el nivel de bacterias heterótrofas fue de <1. Según el ingeniero Mendoza, eso significaba que podría haber en ellas una bacteria por cada cien mililitros de agua, un nivel por debajo del límite máximo permisible (<1,8) establecido en el Reglamento de la Calidad de Agua para Consumo Humano del Ministerio de Salud.
Con respecto a los coliformes fecales, los niveles variaron. En las muestras de agua embotellada fue de <1,1 y en las de agua potable, de <1,8, lo que significa que también estaban dentro del límite máximo permitido. Mendoza nos explicó que es aceptable la presencia de bacterias en el agua debido a que mientras su número sea bajo no hacen daño. Por su lado, la presencia de huevos de helmintos (parásitos) fue descartada.
Ni en el agua potable ni en el agua embotellada se detectó plomo, arsénico, cadmio ni mercurio. El nivel de pH (la acidez del agua) estuvo en los ocho casos dentro del rango permitido (entre 6,5 y 8,5). En el nivel de dureza (la presencia de calcio y magnesio en el agua) hubo algunas diferencias. El nivel de la muestra de San Luis fue el más bajo (117,6 miligramos de carbonato de calcio por cada litro) y el de la marca Vida fue el más alto (343,0). Sin embargo, todos estuvieron bastante por debajo del límite máximo permisible (500 miligramos de carbonato de calcio por litro). Hay estudiosos que señalan que el exceso de dureza en el agua puede provocar cálculos renales pero, según Mendoza, ninguno de ellos ha sido concluyente.
¿Qué significan estos resultados? “Que el agua potable de Lima es apta para el consumo humano”, explicó a esta revista el catedrático de la UNI. “En algún momento de los ochenta ocurrió que en las tuberías de Sedapal hubo filtración de agua residual y de allí nos quedó la costumbre de hervir el agua del caño. Pero, según estos valores, se puede beber perfectamente”. Mendoza dijo que en muchas partes del mundo, sobre todo en Estados Unidos y Europa, la gente bebe el agua del grifo con naturalidad. “Nos ha quedado esta costumbre de hervir pero según estos valores (el agua del caño) se podría beber sin problemas”.
¿Qué significan estos resultados? “Que el agua potable de Lima es apta para el consumo humano”, explicó a esta revista el catedrático de la UNI. “En algún momento de los ochenta ocurrió que en las tuberías de Sedapal hubo filtración de agua residual y de allí nos quedó la costumbre de hervir el agua del caño. Pero, según estos valores, se puede beber perfectamente”. Mendoza dijo que en muchas partes del mundo, sobre todo en Estados Unidos y Europa, la gente bebe el agua del grifo con naturalidad. “Nos ha quedado esta costumbre de hervir pero según estos valores (el agua del caño) se podría beber sin problemas”.
Tratamiento eficaz
En medio de las congratulaciones por la buena noticia, le pedimos a Sedapal que nos explicara el proceso por el que obtiene esta agua tan limpia. A grandes rasgos, es el siguiente: 1) El líquido se capta del río Rímac a través de dos bocatomas en La Atarjea, que filtran los sólidos. 2) Al agua se le quita la arena; si está muy turbia se le aplican polímeros; se le desinfecta con cloro para reducir la carga bacteriológica en un 99,99% y se la almacena en estanques. 3) Se le aplican coagulantes químicos, se recoge el agua decantada y se le filtra. En este proceso se obtiene el agua clarificada. 4) Se le aplica cloro. 5) Se la vuelve a almacenar en grandes reservorios, lista para su distribución.
Ni doña Tomasa del Callao, ni don Pablo de Comas, ni doña María Esther de Jesús María conocen este proceso. Lo importante para ellos ha sido saber que el líquido que sale de sus caños está limpio y que pueden bañarse y cocinar con él sin problemas. “Qué buena noticia”, dijo doña Tomasa cuando se lo comentamos por teléfono. Para nosotros también ha sido una satisfacción saber que el bidón de aguas cristalinas que está en el rincón de la oficina no tiene bichos y que es tan limpio como parece. Sí, ahora que empieza el verano resulta una estupenda noticia.
¡Salud!Deja tu comentario
y pq INEI ya no publica los análisis de metales pesados de la atarjea:
Plomo 0,0050 mg/l
Cadmio 0,0009 mg/l
Hierro 0,0430 mg/l
Aluminio 0,0680 mg/l